Se dice que para solucionar algún problema hay que cambiar de perspectiva, ver el entorno desde otro ángulo ó desde el otro lado de la barrera. Pero si después de realizar este primer paso, después de pedir consejos y analizar “otros datos” las personas no toman una decisión; entonces el miedo al fracaso se apodera de sus vidas, la indecisión y la táctica de postergar las cosas para después se convierten en su mayor impedimento para sentirse realizados.
El esfuerzo diario a muchos nos lleva a elevar nuestras metas cada vez más, a querer imponer metas personales cada vez más difíciles de alcanzar y todo para llevar una vida satisfecha. No hay duda, cuando piensas en grande vives en grande. Y por el contrario si dejas que las decisiones importantes de tu vida las tomen otras personas, tienes una alta probabilidad de sentirse frustrado, estancado e infeliz.
A menudo vemos ejemplos en los medios de comunicación sobre personas que teniendo alguna limitante física, la minimizan a base de superación mental; es como si esas personas empezarán a pensar en un plano mucho más elevado que el resto de los mortales, como si Dios un día se hubiera sentado al lado de su cama y les hubiera preguntado ¿deseas ir a vivir conmigo en estos momentos ó prefieres demostrar antes al mundo que tú no estás limitado? Y a partir de ese momento empezarán a elevar su nivel de conciencia sobre la felicidad y la satisfacción.
¿Tú esperarás a encontrarte de frente con Dios para decidir cómo vivir ó le demostrarás al mundo que no estás limitado?
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